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miércoles, 14 de diciembre de 2011

Suelta de globos



A ver.. vamos emprolijando la cosa. No es bueno quejarse de todo pero hay líneas que no se deben cruzar, puertitas que no se deben abrir, preguntas que no se deben hacer y respuestas que no se deben dar.

He aquí un pequeño manual ilustrado sobre todas aquellas situaciones que son totalmente evitables si somos capaces de soltar al boludo que tenemos dentro o colgado del brazo, para el caso es lo mismo, porque un boludo es un boludo. Es como la mona, que por más que se vista de seda boluda queda.

Situación 1: ya se soplaron las orejas, se agarraron de la manito como 4 veces y se generó el momento romántico que tanto esperabas. Están compartiendo un licor de huevo o una tacita de té con leche en el sillón, en eso el señor ve fotos sobre la biblioteca y se acerca a observarlas con detenimiento mientras vos sonreís con tu mejor cara de papamoscas pero contenta. Mira la fotos, te mira a vos y espeta sonriente: "pero vos ESTABAS buena!" y vos atinás a decir con voz aflautada y poniendo la única cara posible: ehhhhhh.....??

Situación 2: salida con amigos, pero como hace poco que se les ha dado por andar de risitas digamos que aún no se sabe que tan firme se pisa; sin embargo ya hay cierta incursión al ámbito familiar. Hay maneras mucho más elegantes para caerse de culo a la banquina que diciendo "pero... en calidad de QUÉ voy al cumpleaños de tu compañero de oficina?!" Suspirás, pensás, inspirás profundo y con sonrisita irónica, levantando los hombritos decís: "no sé... te va ser el señor que me bate los sifones drago?"

Situación 3: la relación está planteada como algo que no se sabe bien que es aunque sí se sabe lo que no se es: no son novios, ni amantes fijos, ni amigos, ni NADA. Son eso que se han encargado de dejar firme al decir paparruchadas tales como "detrás de esa puerta no hay nada, lo que vale es lo que pasa acá y ahora". Todavía tratás de comprender por qué se enculó tan pero tan feo - al punto de que nunca más te llamó - el día que le dijiste que te ibas sola al asado que organizaron tus amigos. Es raro que no se haya dado cuenta de que el bendito costillar estaba del otro lado de la puerta... Qué complicado esto de las aberturas emocionales che!

Situación 4: el que te mima, te mira y se sonríe como un paparulo y te dice que te va a cuidar y que nunca la vas a pasar mal a su lado. Eso si, colgate el celu en el cogote emulando a la yegua madrina porque si no le llegás a contestar un sólo sms a la velocidad de la luz es capaz de putearte hasta en bielorruso y chino mandarín. Te ponen en la situación de tener que decirles en un tono de voz una octava más baja “metete el Chuck Berry, el blueberry, el boisenberry, el blackberry, todos los frutos y hasta el bosque entero en el culo! Tarambana!”

Situación 5: chateo va, chateo viene, y una tarde de invierno decidiste cruzar el Rubicón y encontrarte con ese señor que se declaraba ex rugbier. Saliste con cara de estar esperando que la comparsa Marí Marí pasara por la puerta de tu casa y de pronto lo divisaste, caminando hacia vos, todo él. Todo es un decir porque ese Umpa Lumpa mal entrazado que se dirigía hacia vos sólo podía ser la guinda del partido cuanto menos. Y ahí nomás sin esperar que vos atinaras a cambiar tu cara de estupefacción dijo: "pero mirá que habías resultado ser bajita vos!" Instantáneamente pensaste que el reino de los cielos será de los justos pero de los enanos seguro que no.

Situación 6: Era lindo, pucha que era lindo! una mezcla de Clint con el chico de la granja, que está más bueno que el pollo a la miel una tarde de invierno. Puerto Madero, noche de primavera, vos pensando que la vida compensa y mirá que lindo que es con esos ojos claros y esos dientes para publicidad de Colgate. Él afianzado ya entrando la noche, mientras miraba hacia el río comenzó a contarte su vida, sus viajes, mientras te preguntaba cosas importantísimas como por ejemplo que hacía cuanto tenías un piercing en el ombligo. De pronto, muy suelto de cuerpo enfundado en sus Dolce Gabbana declaro a quien quisiera escucharlo: No conozco mucho Europa, sólo fui a España porque París me parece una ciudad increíble”. Un GPS al señor de la cupé Mercedes por favor!

Situación 7: Un tipo interesante, largas charlas hasta altas horas de la madrugada, un café horrible pero todo en esta vida y en el mismo instante es difícil de conseguir. Un hijo de Freud el señor, que iba desgranando su historia como si fuera la gesta de algún vikingo. Ya para las dos de la mañana vos pensabas qué tenía que ver la escuela de Pichon Riviere con la venta de sanguchitos en el Tigre pero medio que te dormías. De pronto cual iluminado se incorporó en su silla para hacer tu diagnóstico: “Vos sos una persona superyoica”. Salute! Dijiste vos y pensaste que mamá estaría orgullosa de semejante diagnóstico. Rápidamente te dirigiste a tu casa pensando en como desechar esa mochila de mercurio que había resultado ser ese señor. Porque una será superyoica pero de boluda poco últimamente. Y a la semana cuando ya era mas que evidente que otro café seria dudoso, lo dijo... cerrando el telón: sos una capitalista emocional! Y vos dijiste ajá ajá, mientras revisabas los índices del Bovespa.


No digas que no te avisamos, porque esta vuelta si te volvés a joder por boluda te vas a tener que hacer cargo.

viernes, 22 de julio de 2011

Endrogada en el Tigre



JA! otra vez en casa... y otra vez con esa cara de paparula que te domeña el espíritu? Otra vez apostando a que los hombres te pueden sorprender gratamente? "Obvio! - decís-  si de lo otro ya teníamos!"

 Dale que te dale, machaca que te machaca con que por ahí este no es tan salame como el resto la cosa es que le aceptaste la invitación a tomar un helado una tarde de domingo; chocha te fuiste!! Con las ojotas plateadas, el solerito colorado y la cartera al codo luciendo tu mejor sonrisa estival.

Caminaron caminaron, sonrieron, sonrieron... y caminaron más. Caminaste tanto que te olvidaste de que en realidad estaban dando vueltas a la manzana como dos burros de noria, cosa que notaste recién al día siguiente cuando el portero te saludó pícaramente con un "buen día señora, ahora tiene personal trainer?" Nota mental: dejar de ir a la Tucán de la vuelta de tu casa y al menos ir a la plaza a por un palito de agua.

Te pasaste lo que te quedaba de las vacaciones hablando por teléfono hasta altas horas de la noche mientras comías pizza fría y mirabas canal Encuentro, riéndote por teléfono cual adolescente en penitencia y escuchando como con su voz de relator de fútbol te contaba mil historias mientras disimulabas la cadena del baño porque ni tiempo para hacer pis te daba.

Un día te miró serio y te dijo "vos sabés que un día vos y yo nos vamos a tener que dar un beso" y te agarró un calor que te transpiraste hasta el gancho del corpiño. Ahí te diste cuenta de que no sólo de helados y llamados por teléfono vive el hombre y te pusiste las pilas.

Arrancaron un romancete de lo más florido. Él iba a tu casa, vos no ibas a la de él. Él te mandaba mil textitos al celu por día. Vos le contestabas los que te avivavas. Vos hacías comida casera. Él te regaló 7 kilos de berenjenas baby en vez de un ramo de flores. Te demostró su cariño supino cuando te trajo 8 frascos vacíos para conserva aunque el tipo ni loco te comía nada envasado.

Vos no le pedías nada, él quería que le den un poco de pelota. Vos lavabas 2 lavarropas por día. Él enjuagaba las remeras con la manquera en la terraza. Vos comes carne como un troglodita. Él come pasto como una vaca. Vos amás el sushi. Él te invita a que te lo pidas por delivery mientras te mira comerlo. Casi que casi que eran el uno para el otro!

Un día se te antojó ir a ver como quedó la Basílica de Luján. Hacía un calorete que ti la voglio dire, pero no te importó. La fé es la fé y ademas a caprichosa no te gana nadie; que está lindo, que si hace calor nos sentamos a la sombra de un abedul, que podemos comer una tirita de asado en una parrillita, que vas a ver que lindo que la pasamos.... lo convenciste y el señor se quedó a dormir en tu casa.

Dormiste. punto. Dormiste Mucho. Punto. Dormiste porque no te quedó otra. Punto. Dormiste por no largarte a llorar. Punto.

Al día siguiente estaban leyendo el diario y compartiendo un desayunito de mate lavado mientras preparabas la canastita para ir a Luján con una cara de entre semiculo y resignada, cuando al señor le agarró un repetino dolor de panza. No dolor de nada raro, sino un adolescente e infantil "me duele la panza".

Recordaste todas las veces que te agarró un ataque de culo aquerenciado y lo despediste con un beso en la frente pensando en lo feo que debe ser estar con una gastroenteritis en baño ajeno. Por las dudas y para no quedar como una descortés sin modales le ofreciste que use el tuyo que tiene ventana...pero parece que una ventana no es muy convincente en estos casos.

Le mandaste un textito a la tarde... "estas bien?"... sin respuesta.... le mandaste otro al da siguiente... "como te sentís....?!".... otra vez sin respuesta. A esa altura de la soiree estabas con la duda.  ¿Se había deshidratado como las begonias al sol en pleno enero o se estaba haciendo el pelotudo y en realidad se había tomado las de Villadiego?

Preferiste darle un crédito;  no le mandaste más textos ni lo llamaste más porque es feo estar con gastroenteritis y tener que atender el teléfono para decir "mi vida.. sigo cagando, te llamo más tarde" y al día siguiente te fuiste al Tigre a pasear en lancha colectiva.

En eso estabas, tomando solcito, sacándole fotos al reflejo del río y paseando, sentada entre las parejitas enamoradas que fuman porro cual cigarrillos de mentol cuando te acordaste del tarambana. Habían pasado dos días y el tipo sin dar señales de vida..... cazaste el teléfono sin mucho pensar y escribiste "espero que hayas salido del baño así cuando leas esto te puedo mandar a cagar otra vez". Te pusiste el telefonino a una distancia prudencial para vencer la presbicia, apretaste SEND con el dedo índice más firme que tu sonrisa y te zampaste un chocolate de un tarascón.

Jodete por boluda, por ser fumadora pasiva y por pensar que los hombres cobardes estaban extintos.

miércoles, 22 de diciembre de 2010

Avíos y abalorios



Hablando con los chicos del Opi sobre si los hombres desean ser admirados por las mujeres les espeté muy suelta de cuerpo y "a teclado corrido y compulsivo" que los hombres desean ser admirados por todas las mujeres.... la que aman y las que no aman... las que dicen que aman pero todos sabemos que no aman, las que aman pero no pasarán nunca de la categoría de amantes, las que no aman pero les importa 3 belines de su existencia pero si los admiran entonces al menos le caen simpáticas, las que dicen que los admiran para llenarles el ego porque la boludez femenina garpa pero simplemente porque lo que las mujeres quieren, según Sigmund, es un pene. 
En la tierna infancia y producto de la visión del sexo opuesto caen presas de la envidia del pene y encima se la agarran con la madre porque la culpan de que ella las hizo "imperfectas e incompletas".

De ahí viene esa insatisfacción femenina, es compulsa a la compra, esa imagen de mujer equeco con mil collares colgandole del cuello y manos llenas de anillos y pulseras... todos los avíos y abalorios imaginables émulos del pene que-no-tiene y como no lo tiene se lo "cuelga".

Mientras la comienza a mirar con asquito de rival a  la madre la niña le pide un pene al padre que como no se lo puede dar por el tema del incesto, la cultura y la horda primitiva y toda la parafernalia pone la mejor cara de boluda inspirada y se lo pide al marido (nota mental: no decir "gorrrr me das un pene, dale que si?")... el marido se lo da de a ratos pero a la mujer no le alcanza y entonces le pide un hijo y parece che que es donde la mujer se siente completa. Con un hijo. Pero por el simple hecho de que ese hijo, por medio de las ecuaciones simbólicas, ocupa el lugar de un pene.
Y así con otros hijitos una se va llenando de pequeños penes a su alrededor cual enanos de jardín en primavera, y una va una por la vida  pensando que está armando una familia preciosa. Pero no, parece que junto con los putos zapallitos nos estamos  dedicando a rellenar un calzoncillo talle XXL.


Jodete por Boluda si pensás que el gasista va a ser mas benevolente en su presupuesto cuando le tirás todo este chorro metapsicológico como respuesta al "pero señora, usted que quiere?" al pretender cobrarte 250 mangos por instalarte una cocina pedorra.


* Dedicado a los chicos del Opi que tan amablemente me destaparon la neurona a una idea que venía rondándome desde que saqué al gasista a empujones.

lunes, 6 de diciembre de 2010

plenitud... divino tesoro?





... y así ando, tratando de comprender por qué se dice que después de los 40 las mujeres estamos en la plenitud de la edad, porque al estar mediando la esa década estoy en condiciones de afirmar que:


Si te roban al menos no te violan.


Si sos parte de un grupo de rehenes, vas a ser de las primeras en ser liberada ya que con un ataque de histeria no te soportan ni los terroristas.


La gente ya no te considera hipocondríaca, ahora sí estás enferma y al menos te consolás pensando que tanta guita invertida en medicina prepaga va a rendir sus frutos.


Ya no tenés nada que aprender para el largo y difícil camino de la vida, porque tu vida no existe.


Cuando te tratan de madurita te sentís identificada con el punto compota.


Tus articulaciones pronostican el tiempo mejor que los meteorólogos.


Cada vez que te suena el celu te preguntás quien será con cara de sorpresa porque lo único que distinguís en esa pantallita pedorra pero de 80 millones de colores es nombre corto o nombre largo. 


Si haces una fiesta, tus vecinos ni se enteran.


La ropa que te compras ya no pasa de moda.


¿Cuándo fue que pasaste del tae-bo al pilates o el yoga?


No podés embocar el hilo adentro de esa aguja de mierda que tiene un ojito mínimo; pero como con la onda grunge estan todos descosidos no te importa demasiado.


Tu imágen de una noche de excesos es una napolitana entera con un porroncito de cerveza mientras mirás una peli empezada en la tele tirada en la cama cual ballena varada.


Estás tan contracturada que el karma a repetir en tu neurolinguística nocturna es: quiero estar tan dura por fuera como por dentro.


Tenés la procesadora en la alacena alta y seguís haciendo la ensalada de zanahorias con el rallador o con el pelapapas.


Cuando te dicen pero si estas diviiiiina vos pensas: si... estoy más divina vestida que en bolas.


Los pecados capitales han cambiado. La lujuria por la gula y la pereza mutó a insomnio.


Te olvidás de hasta donde tiene la primera el auto. Te queda en consuelo de afirmar que los secretos de tus amigos estan seguros porque no te acordás ni un ápice de lo que te confesaron en esos momentos de charlas íntimas.


Te sonrojaste cuando ese señor te dijo que sos una señora "suculenta" pero a los 30 seguramente le hubieras pegado un carterazo.


Tu dotación de neuronas activas llegó - por fin - a una cantidad manejable.


Podés vivir sin sexo pero no sin mucama.


A los 15 te angustiaba perder la virginidad, hoy hiperventilàs si perdes los anteojos.


La firmeza de la personalidad es inversamente proporcional a la firmeza del escote. El pudor a mostrar es el mismo, los motivos son totalmente diferentes.


No sabés si joderte por boluda, servirte otra copita de licor de huevo o irte a la cama porque siendo las 11 de la noche sos lo más parecido a una momia.

martes, 23 de noviembre de 2010

abrazada a un rencor





"He descubierto que casi todo lo escrito sobre el amor es verdad, Shakespeare dijo: "Los viajes terminan cuando los amantes se encuentran" ¡Ah, qué extraordinario pensamiento! Personalmente no he experimentado nada ni remotamente parecido pero estoy dispuesta a creer que Shakespeare sí.
Supongo que pienso en el amor más de lo que realmente debería. Me sorprende constantemente su poder para alterar y definir nuestras vidas.
Shakespeare también dijo: "El amor es ciego". Eso lo sé con certeza.
Para algunos, inexplicablemente el amor se desvanece.
Para otros, simplemente se pierde.
Aunque claro, el amor también se puede encontrar, aunque sea sólo para una noche.
Y luego hay otra clase de amor, el más cruel de todos, el que casi mata a sus víctimas, se llama amor no correspondido. En ése soy experta. Casi todas las historias de amor son de personas que se enamoran entre sí, pero ¿qué hay del resto de nosotros?

¿Qué pasa con las historias de los que nos enamoramos en soledad?
Somos las víctimas de un idilio no correspondido.
Somos los amados maldecidos. Somos los no amados."


Todo eso dijo la ex gorda  de la Winslet en una voz en off apenitas arranca la peli The Holllyday y vos ya te paraste  a buscar la caja de klleenex, porque los mocos te brotan como si fuesen petróleo en Nueva Delhi.


Te sentás a verlo al divino de Jud con esos ojos azules como el Mediterráneo y con un rol de hombre que no existe ni que lo hagan con proyectos de robótica. Porque acordate que los ingenieros que hacen robots son hombres por lo tanto no le van a poner un botonito de "sensibilidad" otro de "responsabilidad emocional" y por si las moscas uno extra de "no dedicarse a joder al otro".


Vos ibas por la vida tratando de esquivar - a modo de entrenamiento - la cacona del perro del vecino cuando ese sábado a la tardecita sonó el teléfono con un número irreconocible y así y todo atendiste. Aceptaste  un café y se te escapó un suspiro mientras te resonaba en la cóclea la pregunta matadora:  "hola.. soy Ruperto, ¿Cómo estás?"... pregunta de mierda si las hay para aparecer  luego de años.


El pajarito cantaba esa mañana de domingo y vos te jodías por boluda  porque estando en Pampa y la vía te despertaste abrazada a esa deglutida ilusión en vez de a aquel rumiado rencor.

domingo, 22 de agosto de 2010

El mundo es un pañuelo

Venías así como agotada y agitada. Decidiste tomarte esas vacaciones que tanto te debías, te importó todo 3 belines, te compraste un pasaje a Brasil y al grito de Vocé abusó te subiste a ese avión.


Ezeiza era lo que suele ser Ezeiza un jueves a las 5 AM. Lleno de ejecutivos con maletines, repletos de tecnología desbordante hasta por las orejas entre laptops y blackberrys ocultos tras sus rayban esperando que sus amantes lleguen a tiempo a tomar los vuelos posteriores. Señores de traje y corbata en pleno julio porteño con 3º C que llegan a San Pablo donde la temperatura promedio es de 25º, no es simple la vida del ejecutivo moderno, no señor!!

Vos, como sos persona elegante y porque además sos de esa generación que en navidad estrenaba equipo coqueto te vestiste divina. Y porque también sos de la generación que para viajar en avión no anda de jean rotosos, camiseta desteñida y zapas de lona ¡Que tanto, a cagar con la modernidad del grunge donde todo el mundo anda roñoso!,  Te pusiste un outfit (ahora se dice outfit, viste Mabel?) todo negro precioso, con pañuelo animal print al cuello, una serie de capitas de cebolla de ropita variada toda encimadita y zapatitos de animal print “al tono”. Te faltaban las rosas rococó rosadas y eras tan patética como Mirta Legrand en el Provincial en enero. Te acordaste de que ese programa trae suerte cuando se largó a llover como la putamadre y en Ezeiza demoraron el vuelo porque a ese paso se te partía el avión de un rayo. Eso si tu maledetta suerte se mantenía como hasta ahora (otro día te cuento).

Te subiste a ese avión toda vestida de negro y animal print, con cara de culo, cagada de sueño, esperando que te den ese café espantoso y casi te infartás cuando el señor del asiento del otro lado del pasillo se ofreció a acomodarte la valija de mano en el portacosos de ahí arriba (el día que aprendas como se llama te morís muerta, mejor no aprendas). Ensayaste una vez más tu mejor cara de tarada agradecida y te escondiste atrás del diario.

A medida que iban subiendo hacia el trópico iba mejorando el clima. Ojo que adentro del avión también, y como vos tenés esa manía de las minas de ponerse mil boludeces una encima  de otra te fuiste sacando la ropa de a poco. Bueno… te fuiste sacando las capas superficiales de ropa hasta que te quedaste con una alegre y coqueta camisetita.

Feliz de vida te tomaste la coca cola y mirabas por la ventanilla las nubes pasar rogando que ese avión de mierda dejase de temblar y pusiera tu culo a salvo mientras te alienabas del mundo leyendo las instrucciones de emergencia del aterrizaje, te prometiste nunca más estrenas zapatos para un viaje en avión porque si se cae te los tenès que sacar. Una es capaz de dejar al perro ahogarse pero no un par de zapatos de Sarkany.

En eso estabas cuando aterrizaron el Guarulhos y chocha de la vida ya te relamés pensando en esa playa preciosa que te espera en Guarujá, en la cantidad de caipirinhas y caipiroskas que te vas a tomar, en la de metros de piolín de tanga que vas a tener que soltar producto de todos los hidratos de carbono que vas a comer cuando de pronto escuchás “sos un boludo, sólo a vos se te ocurre ponerte camiseta de frisa y traje de lana cuando vamos a San Pablo que están haciendo 27 grados! Aprendé de ella, que se vino poniendo en pelotas todo el camino!"

STOP!! Frenaste en seco, paraste a todos los que venían descendiendo por esa manga del avión, indignada como nunca te diste vuelta y les dijiste con tu mejor cara de culo “yo no me puse en pelotas, me aggiorné darliiinnnn!" Obvio que se te cagaron de risa en la cara pero al menos sirvió para que el garoto gostoso de olhar bonitinho de la fila de asientos contigua que te ayudase con el portacosos te acompañara hasta la cinta de las valijas meta charla y risitas y si siempre venís a bailar acá y de què signo sos y esas cosas. Tras un breve intercambio de opiniones se dio el esperado cambio de tarjetas personales, después de las vacaciones intercambiaron mails – él desde Miami, vos desde la rutinaria y espantosa oficina de Córdoba y Cerrito - con promesas de intercambiar presentes de viaje pero en realidad ya daban tácitamente por sentado que iban a intercambiar fluidos.

A los 20 días te sorprendió tocando el timbre de tu oficina; lo tenías con esa sonrisa amplia de implantes carísimos y un toblerone de 5 kilos en la sala de reuniones de la consultora, saludando a todos como si fuese el pater familis, portando ese ese sex appeal que te hizo mirarlo en Ezeiza. Bien plantado en ese selfconfidence que te invadió junto a la ola de perfume - olor a hombre recién afeitado y salido de la ducha - que tenía al apenas rozarte de lado en ese avión espantoso de pasaje de clase económica a San Pablo.

Así te sentiste cuando lo viste aquella vez y te agarró el panic attack, te sobrevino el ACV y todo junto cuando al pasar junto a la oficina de tu jefe este lo reconoció y lo saludó con un fuerte abrazo pronunciando su nombre con todas las consonantes fuertes bien fuertes “¡Roberrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrto, tanto tiempo!¿Qué hacés acá?

De ahí en más te dedicaste a tratar de explicarles a tus compañeros de laburo como carajos fue que lo conociste sin que sonara a “me lo levanté durante las vacaciones en el avión y da la bendita casualidad de que justito hoy me lo quería comer junto con ese chocolate riquísimo que se están comiendo ustedes a cambio de un poco de piedad y silencio”.



Jodete por boluda si pensaste que el anonimato del pasillo del avión era perenne.

martes, 20 de julio de 2010

Breve dos veces


Hace como 3 meses que venían de viri viri, llamadetes, risitas. Cada vez que sonaba el teléfono o veias un mail con su nombre en tu bandeja de entrada (que no era otra cosa que un espantoso pps lleno de pajaritos que de buena gana hubieras hervido en fellinesco puchero) ponías esa cara de momia resucitada que te caracteriza.

Recordarás durante toda tu vida, sobre todo en sesiones de terapia, aquella tardecita soleada de marzo cuando te invitó a tomar un cafecito en uno de esos barcitos fashion de palermito.

De pronto Miguel Bosé comenzó a cantar con ese tono cachondo que te hizo bajar la mirada. Él se recostó en la silla con cara de melómano constipado, se cruzó las piernas en pose de macho recio dejando asomar unas 3/4 de toalla color azul profundo por sobre el borde de sus rarìsimos zapatitos, puso sus manos en la nuca  y dijo con total desparpajo: "Cuchá cuchá!! Los Supertramp eran geniales!!"


Jodete por boluda si no sabés salir corriendo cuando tus instintos así lo marcan.

miércoles, 21 de abril de 2010

Carta a mis ex conocidos, amigos y al carnicero


No es que se me haya dado por seguir a Bernardo Stamateas, tampoco entré en ninguna secta que me exija un altar pagano entre los cáctus, o la compra de velas negras para quemar los viernes. No es que haya visto la luz, porque me resisto a ver cosas subsidiadas por la yegua. Tampoco viene a cuento, la pre menopausia, o el paso de los años, o el precio del kilo del lomo.

Esto es más profundo mis queridas, queridos, viene desde mis entrañas y mis cervicales hechas pomadas de tanto aguantar y aguantar, como si fuera un fuelle de camión de hacienda. Que mi alma no es un amortiguador, ni vivo para soportar tanto comentario, y que mi tiempo no es infinito.

Por esta razón en este sencillo y público acto, (a ver el abanderado si se queda quietito y se deja joder con el mástil) paso a enumerarles las razones por las cuales he dejado de aparecer por los lugares que solía frecuentar (no tontito, a vos no te lo digo, ya voy a ir a la peluquería algún día, tené paciencia).

El sillón ese al cual están encaramados, sacando el dedo y juzgando a todo el mundo, lo pueden ir prendiendo fuego, o al menos cortarles las patas.

Si vuelvo a escuchar que ante el comentario de algún amigo en común compartiendo con nosotros algún proyecto laboral, ustedes vuelven a poner en práctica esa vieja costumbre de tirar excrementos en presente, pasado continuo y futuro imperfecto, les voy a poner corcho en el agua del mate. Soy capaz.
MI tiempo es mi tiempo, no el de ustedes, así que nada de andar pidiéndome cosas extrañas, del tipo:

¿Vas a Tilcara? Traeme una piedra rosadita…

Déjense de joder, que no voy a perder la mitad de la estadía buscando la dichosa piedra. Esto cuenta también para viajes iniciados en el Pistarini.

La oficina de reclamos cerró, hasta para la Afip las cosas prescriben, no me vengan a romper los kinotos con esas historias viejas que solo recuerdan ustedes mientras yo me pregunto si eso realmente ocurrió. Si no las invité a mi fiesta de quince fue por algo, ¡carajo mierda!

La que suscribe tiene nombre, un nombre con historia familiar que yo me he encargado de desmitificar como se debe, pero nombre al fin que no se suplanta por boluda, pelotuda, babieca o afines.

Mi callo es mi callo, si me duele cosa mía, pero el de ustedes también. No pretendan que yo ponga cara de mosca muerta cuando ustedes ante terceros relatan historias fantásticas de su matrimonio para no quedar como unas gansas, si yo se que sé pero me callo de puro buena. Ahórrenme al menos ese mal rato.

Yo no tengo la culpa si no hay vacas, si ahora está todo caro, si la vieja loca del edificio de la esquina te grito: ladrón de guante blanco al comprar medio de picada. Por lo tanto no tengo que tolerar la perorata cada vez que se me ocurre comer un vacío al horno.

Jódanse por boludos sino me entienden la poesía.

miércoles, 10 de febrero de 2010

Ande yo caliente y ríase la gente




La veías cada muerte de obispo, su jean tiro alto coronando generosas posaderas y la infaltable remera de lycra negra con push up al tono inventando escotes imposibles. Se tornaba invisible la mayor parte de la noche, hasta que el alcohol y la música la transformaban en la única protagonista de la velada.

Te preguntabas de donde había salido, y no podías dejar de pensar que su figura y su ritmo eran una mala copia de alguna película de Polaco. La habían integrado a ese ecléctico grupo de amigos de un día para otro y se había instalado, junto a las achuras, en ese living que hacía las veces de pista de baile, donde ella tropezaba con sus sueños de diva.

No era joven, no era vieja, te habían dejado adivinar su pasado de matrimonio desavenido, hijos y familia pontificadora. Nada te deprimía mas que verla alcoholizada y persiguiendo a los hombres presentes o saber que la noche terminaba indefectiblemente en alguna estrepitosa caída mientras se escuchaban sus balbuceos incoherentes. Era como la marabunta para los varones presentes, todos sufrían indefectiblemente la presión de sus caderas en sus entrepiernas, y vos te quedabas pasmada viendo como trataban de escapar de su calentura eterna.

Te ibas enterando de sus historias, de la noche en que se la llevo un remisero y había terminado con él, porque ningún otro le había contestado su llamado. O del cantante que regularmente le prestaba algunas horas de cama y caricias. De otros amantes pasajeros que se le animaban a sus caderas, para luego desaparecer sin dejar rastro.

No la entendías, había algo en ella que te provocaba una angustia infinita pero no querías involucrarte. Una tarde de verano, entre mate y facturas sin cumbia de fondo, desando un poco su historia y entre lágrimas trato de remendar su historia. Vos solo podías pensar que la terapia debiera ser gratuita para el género femenino y que el Litio debiera brotar de los filtros de agua.

Un día te contaron que se había tomado mil pastillas, que estaba internada, que no la dejaban ver a nadie, que la depresión la había atrapado, y que mientras se la llevaban seguía invocando nombres de antiguos amantes.

Hace unos días salió, dicen que esta mejor, que encontró al amor de su vida en el psiquiátrico, un colectivero amigo de la automedicación, un muchacho bueno que sólo está un poco confundido como ella. La imaginaste recorriendo las callecitas de Buenos Aires con su nuevo amor, escuchando a Chichi Peralta, con su jean eterno de tiro alto arañando felicididades.


Jodete por boluda si no podés mirar la historia sin sentir que se te hace añicos la boca del estómago.

jueves, 28 de enero de 2010

Se nos fue redepente...



Vos estabas tomando un heladito lo más piola con una pareja de amigos y el tipo se presenta lo mas digno con su saquito blanco de verano, su camisita de vestir, zapatitos acordonados prolijamente lustrados y el pelo entrecano como a vos te gusta.

Te saluda, te convida cafecitos, te sonríe, te charla, cuando te acompaña hasta tu casa te dice esas paparruchadas típicas del postulante a Bichi que te enrula la oreja: que que linda que sos, que con vos se puede hablar porque se nota que lees el diario, que cuando te sonreís se te ven mejor los dientes, que qué haces el fin de semana, que si te entretiene jugar a la payana y bla bla bla. Todo para decirte que dentro del corto plazo quiere ir a tomar unos copetines.

Accedés sin mayores contratiempos porque el helado te puso de buen humor, porque el señor te ofreció caminar del lado de la vereda y porque no te dijo que pagaras tu café.

Ya tenías todos los componentes acomodados para tomar un Negroni por algun lugar bonito de Buenos Aires cuando de repente te suena el celu y acá comienza un periplo poblado de excusas.

La primera vez te llama para contarte que le pasó un auto por arriba del empeine (¿WTF?) mientras esperaba que el semáforo habilitara el paso y tiene que estar una semana con la pata para arriba, la segunda te deja con un lo lamento mucho mascullado entre los dientes porque se le murió un amigo, la tercera se excusa tras el cansancio (lógico por cierto y te la veías venir) por estar toda la noche de sepelio sosteniéndole la mano a la viuda, la cuarta ya te hace mirar por la ventana chequeando si llueven pianos: tiene baja presión debido al exceso de reuniones laborales.

Te salió del alma, ni falta hizo que le eches la culpa de la falta de paciencia: meté las patas en una palangana con salmuera.

Te jodiste por boluda cuando al mirarle los zapatos acordonados y bien lustrados sospechaste que podía durar un round más sobre el ring.

miércoles, 30 de diciembre de 2009

Esperando al Gordot


Alguna vez usted ha escuchado las palabras mágicas. No nos mienta. Vamos, asúmalo de una buena vez. A todas nos han dejado con el Jesús en la boca esperando un llamado, una reaparición.

Una se pregunta que es lo que pasó, que es lo dijimos, que es lo que hicimos o dejamos de hacer, que seguramente el Gorr tocará el timbre con un ramo de flores al grito de “Honey I’m homee!” pero no.

El Gorr pegó la vuelta a la ochava y de eso se trata esto: de las tantas formas que tiene un Gorr de huir para luchar otras guerras, de ir a comprar puchos, o dicho el criollo de hacerse el boludo a la hora de emular al croupier marplantense y cantar un no va más.


El Gorr diletante
El que te patea todo para adelante, “bueno bueno, ya veremos” es su frase de cabecera. Tiene un arte para dejarte contenta mientras manda la pelota al corner que, una vez que se las tomó, hasta da placer sentarse a analizar sus jugadas como en un tele-beam.

El Gorr aceitunero
El que cuando lo pinchás se te escapa del plato. Te despide con un besito en la frente, una palmada en el culo, una amplia sonrisa y te pide que le tengas paciencia. ¿WTF?

El Busy-Gorr
Ese que anda con la agenda pegada al culo y el celu colgado del cogote cual collar de espejitos de colores, que son los mismos que te vende a vos. Cada vez que le decís que te gustaría verlo - y de paso chequear si le creció la zapan desde la última cita - te sale con que la misa de gallo y que las reuniones de consorcio o que a la madre se le apagó el calefón. Su frase célebre es “dejame que revise la agenda y te llamo” ¡Tut Tut Tut!

El Gorr Columbia Pictures
Es especialista en efectos especiales. Su frase de cabecera es “me llamo Forest, Forest Gump". Cuando se ven te histeriquea de lo lindo, te mira, te acaricia la espalda, te dice que estas preciosa, se fija en detalles como si tenés las manos arregladas y si te depilaste los bigotes. Llegada la hora de ir a los papeles y asumir que las cosas van de 10 el tipo hace la escena de la chimenea: en un sòlo revolcón te pega 4 besos y hace fade out. Es el día de hoy que te seguís picando la sesera preguntándote cuando fue que comenzaron a rodar la peli que ya llegaron al "cortennn, se imprime!" y vos - haciendo gala de esa manía loca de papar moscas - ni te enteraste.

El Gorr itinerante
El que viaja, siempre está viajando. Vos lo querés ver, frotarle un poco el pupo y enrularle la oreja pero el tipo esta siempre en la loma de la lata con la promesa de una cena o un algo para cuando vuelva. Anda siempre entre Andorra y el conurbano bonaerense revoleando por la luneta del auto promesas de "cuando vuelve te llamo se-gu-ro"; lo más patético es que vos le crees hasta que te das cuenta de que si lo que pagas de celu lo usaras para ir a cenar sola salís ganando.

El Gorr Rodin
El eterno pensador. Ese que te dice que no sabe que le pasa que no sos vos es él y que necesita pensar. Pensar en que le pasa, pensar en que si te ama, pensar en que es lo que va a hacer en el verano con los amigos, pensar en todas las rubias tetonas que se le cruzaron este año y apenas si las pudo mirar porque estaba con vos, pensar en como cornetas te va a decir que ya pensó que no quiere saber nada con vos, se acordarà de las sesiones compartidas del BAFISI mientras mira babeante las bailarinas de pole-dancing; o sea que realmente estará pensando en vos. A veces una es boluda en serio y este es el Gorr más clásico de la fauna masculina, sigue existiendo aunque nos preguntemos como carajos hace para reproducirse si después de todo se la pasa pensando.




Jodete por boluda si alguna vez pensaste en poner la foto en la boleta de la luz reclamando por el Missing Gorr.

sábado, 11 de julio de 2009

Madre hay una sola

Todos los días ese mismo colectivo, que te llevaba de la nada a ese futuro que deseabas, tan tuyo, tan luminoso. Subías al transporte público y te dedicabas durante la hora de trayecto a cuidar tu traste de manos extrañas. Años duros los de la facu, tostados compartidos en el mismo bar, piruetas insospechadas para conseguir los apuntes, y tus bolsillos eternamente vacíos. El país un caos, amigos que perdías en aeropuertos o jamás sabrás dónde.


La negra te decían, portadora de un cuerpo de garza como te gustaba definirte. Tu metro ochenta y pico haciendo malabares en ese tren mientras estudiabas intentando no caerte o ser arrastrada por la turba en alguna estación equivocada.

Sola te recibiste, fuiste a recibir tu diploma con tu única blusa presentable, la misma con la que ibas a hacerte los chequeos médicos, y algún que otro velatorio. Fuiste sola como siempre, porque parecía no importarte el hecho de ser la loca de la familia que no quería formar una familia y sólo ansiaba una carrera. Renunciabas al batón conscientemente por un trajecito sastre. Porque no querías un trabajo, vos querías una carrera, pero ellos no entendían la diferencia, porque las leyes te parecían más importantes que el punto nieve o la importancia de la regla en el corte de la mayonesa. Abogada con honores rezaba el papel, y te quedaste pensando que tanta ciudad atravesada desde aquel lugar, había valido la pena. Eras la primera en tu familia que había accedido a una carrera universitaria, desde que se bajaron del barco y se instalaron en las afueras de la gran ciudad.

Seguiste trabajando, de tu primer matrimonio te quedo un perro, deudas interminables y las obras de Marx completas. Cansada de ver a ese hombre fagocitado por las sábanas y sus comentarios paralizantes, diste el portazo, con el pichicho a cuesta, para empezar de nuevo, para no caer en el vacío.

Con los años, conseguiste un nuevo marido, y un nombramiento importante, solo faltaban los hijos que la naturaleza te había negado y adoptaste dos nenas.

Compraron ese petit hotel en un barrio divino, lo decoraste, fuiste capaz de volver a tu antiguo lugar y una noche con dos Ruttini encima volviste a tu casa paterna para robarte el enano de jardín que te había visto crecer, con tal de no perder los lazos con tu pasado. Todavía te reís recordando esa noche, dos jueces prominentes saltando una tapia y cargando al dichoso enano. Como si ese enano te recordara día a día de dónde habías venido, como si eso fuera necesario.

Recibiste a tu familia en al fiesta de inauguración de tu nueva casa, todos miraban expectantes cada cuarto, las escaleras de mármol, la terraza con pileta. Tu mamá miraba todo con cara de estado de coma, hasta que se decidió a dar su veredicto:

-Tu prima Graciela se compro un departamento divino en Villa Luro…

Y dejando el comentario ahí, siguió tomándose su Merlot, mientras no soltaba la cartera portadora de su Corega.

Y ahí pensaste en Graciela, en su departamento de dos ambientes, en su secundario sin terminar, en sus batones horribles y te jodiste por boluda porque pensabas que para tu madre habías hecho lo suficiente hace muchos años atrás.

domingo, 5 de julio de 2009

Una mujer inolvidable




Después de no se acuerda cuantos años de vivir en el mismo departamentito de Almagro y de laburar como secretaria en un estudio jurídico donde la tenían dele que te dele con el café, el lex doctor y los teléfonos ardían por los clientes insatisfechos, Dolores se pudo mudar a otro departamentito pero esta vuelta en ese pedacito de Belgrano pegadito a Palermo. Casipalermo.

No era una mina de las que se dicen joven, pero tampoco estaba entrada en años… se podría decir que estaba en el punto más jugoso de la vida. A punto. A punto de que si no se casa ya pasa a ser una solterona como dice la Tía Teté; para colmo de males Dolores tenía un gato siamés llamado Mathew que la esperaba por las tardes y eso, también según la Tía Teté, era sinónimo de vejez prematura, mejor comprate un perro Lolita, así te vas a jugar a la plaza y por ahí te cruzas con algun posible festejante que se te va la vida y vos con ese gato roñoso y la alacena llena de wiskas decía la tía mirando con asco al pobre Mathew.

Dolores, ya con la neurona limada por la Tía Teté, andaba con muchas ganas de conocer a un señor que le hiciera los fines de semana un poco más tibios de la cintura para abajo y por ende menos solitarios. Ansiaba tener una relación calma donde los sábados después de compartir la letanía la siesta cambiaran la cinta de la persiana entre risas cómplices y tal vez en su fuero interno demostrarle a la tía que viejas son las bombachas con elástico y que ella todavía provocaba algo - que hasta podría decirse que distaba se ser asco - en los hombres.

Una tarde acusando ser la única pariente cercana a sus afectos la Tía Teté la llama por teléfono diciéndole que se sentía mal. Cuando Dolores llega a su casa se anoticia de que en realidad la tía se había caído de culo atrás del sillón tratando de enchufar una lámpara que encontró en un baúl viejo y estaba con una cadera hecha puré; por lo que Dolores parte rauda con gato y todo a mudarse a lo de Teté por - tal como dijo el médico - unos pocos días que terminaron siendo cada uno un eón.

Fue en esos días en que se cruza varias veces con él. Un señor cuarentón, simpático, agradable, portador de un cabello que no era frondoso pero al menos lucía un divino color de fábrica desteñido por el tiempo; visitaba a su madre en el 5to piso justo arriba de la tía de Dolores; por lo que se comenzaron a encontrar en los pasillos, frente al ascensor y hasta en el cuartito de la basura.

Él chillaba que su madre era sorda como una tapia y se ensordecía más con los programas de chismes pedorros que acostumbraba mirar y Dolores trataba de contener a su pobre gato de un suicidio violento debido a que la Tía Teté, acusando no soportar los pelos que el felino desparramaba, le daba de bastonazos en cuanto lo tenía a tiro.

Una cosa lleva a la otra, una queja lleva a un suspiro, un suspiro a una mano en el hombro y una mano en el hombro a un beso robado al lado de la bolsa de de basura dominguera y se intercambiaron los teléfonos en vista de la proximidad del alejamiento. Ya con la tía recuperada Dolores vuelve a su acomodado departamentito de Casipalermo y comienza a tener los otrora desocupados y poco felices fines de semana un poco más ocupados y risueños debido al señor del cuartito de la basura del 5to piso.

Una tarde charlaban de la vida y él le dijo que hacia relativamente poco que había cortado una relación muy fuerte con una novia que tuvo durante mucho tiempo con la que se estuvo por casar y que eso hacia que se tomara las cosas con más calma, que estaba pasando por una etapa de búsqueda de su esencia y trabajando en terapia sobre un yo más seguro porque su novia le había dicho que iba a volver, pero eso fue hace como 3 años; que a veces el recuerdo le venia por oleadas y le costaba mucho superar esa etapa de desamor, pero que con paciencia y mucha voluntad todo se logra en la vida.

Ella lo escuchó atenta con cara de estúpida enamorada y se imaginaba todo lo que ese hombre había tenido que superar debido al abandono sorpresivo de la mujer que había sido, al parecer, el amor de su vida y le costaba tanto olvidar. Pobre tipo, pensaba... y con cara de pánfila ilusionada le ofrecía más té junto con un pañuelito de papel sucumbiendo ante su sonrisa. Él decía que le hacía bien estar con ella, pero aún conservaba una foto de la ex en la billetera.

Lola creyó reconocer la cara de una modelito que había visto en una revista Tejidos pero él le dijo que en realidad ella era muy hacendosa y lo que seguramente le resultaba conocido era el saquito. Uno a uno se tragó todos los scons con tecitos de frutos rojos y las palabras de ese hombre.

Se jodió por boluda cuando 3 domingos mas tarde estando de visita en lo de la Tía Teté lo sorprendió en el cuartito de la basura gran charla con la morochita tentocita y compacta del tercer piso. En su mano el celular y una revista recortada.

jueves, 25 de junio de 2009

Un día rotundo



Rotundo. Redondo. Determinante. Definitivo. Un día de mierda.

Corriste como loca atrás de los horarios de los chicos, que el entrenamiento de rugby, que la escuelita de fútbol, que la reunión para la bendita maqueta del castillo feudal de la clase de History. Si vos ya fuiste al colegio ¡Será de Dios! Se los gritás a los 4 vientos al que te quiera escuchar pero nadie te saca la maldita costumbre de andar corriendo atrás de los niños revisando mochilas, completando tildes y faltantes en las carpetas, googleando sobre La rima de Adolfo Becker y su influencia en la vida de claustro de las ballena del Mar de Bering, vida que casi se parece a la tuya si no fuese que el clima es un poquito más húmedo y el círculo polar ártico te queda para el otro lado a la salida del super.

Andás - cual madre cartonera privatizada - guardando los canutos de los rollos de cocina, tachos de queso crema, sachets de leche, potes de serenitos y cajas de remedios, cereales y sopas quick; todo mansamente acomodado durante 3 meses en el estante de la cocina, ese que cuando estás apurada y querés sacar la lata de azúcar que está atrás terminás tirando todo al recorno como en un pumba la lata de kermesse berreta.

En una sexy pose culoparriba juntás todo lo que fue a parar abajo de las alacenas mientras te cagás en los señores feudales, Alejandro Magno, Aquiles, Zeus y hasta en Atila y los Hunos pasando por la directora del colegio hasta llegar al profesor de History.

Cuando te disponés a tomarte un mate entrás a tu propio castillo feudal -que es la cocina - y te pegás un patinón que casi dejas una cadera y 4 de los molares que te implantaste hace poco casi casi al mismo precio de 200 gramos de jamón crudo porque los que te venían de fábrica los reventaste bruxando.

Mientras hacías patéticamente la plancha inagurando la temporada de pileta en medio del charco de la cocina te diste cuenta de que tu día iba a ser un-día-de-aquellos; en ese preciso instante supiste que lo mejor que te iba a pasar esa jornada era el silencio del teléfono y te das cuenta de que si te quebraste algo estás más sola que Clara, la prima de Heidi. El único llamado que recibiste en las últimas 48 horas es esa grabación pedorra que dice que saliste beneficiada con no-se-que-cosa y revoleás el aparato masticando una maldición sin enterarte pero pensando que si al menos fuese un señor de verdad tendrías una chance de tener una charla interesante.

Te corre un frío por la espalda y finalmente comprobás que se te hizo moco la heladera; esa joyita que te regalaron cuando te casaste con el Gorr hace 16 años y seguía hermosa sin un solo atisbo de óxido - casi mucho mejor que vos digamos - y dándote más satisfacciones que el Gorr que sólo te duró una déacada y lograba llevarte a la misma temperatura del tercer frío en las noches de pasión estival.

La diferencia entre Madonna bailando en el piso de luces disco y yo tratando de levantarme entre cerámicos mojados son solamente 30 años de práctica te decís tratando de pararte sin romperte la crisma nuevamente y cuando manoteas la manija del cajón de los cubiertos lo lográs. Vacias la heladera preguntándote para qué habías guardado esos medio-limones apapuchados en un tupper o qué bizarro picnic pensabas hacerte con 80 sobrecitos de ketchup afanados del Mc Donalds y aprovechando el fresquete otoñal usás la ventana de la cocina como moderna heladera.
Le pedis a Epifanio, el kiosquero de enfrente que te habilite un lugar al lado de los Conogoles y los Sin Parar para meter algo de lo que tenías en el freezer y salís a comprarte una heladera nueva. Ésta tiene el certificado de defunción firmado por el service que te dijo que arreglarle el compresor junto con la serpentina que estaba pinchada y el burlete que no sella te salía casi lo mismo que una de estreno y que tras cartón no se consiguen repuestos.

Suspirás y pensas que si todavía hay repuestos para vos - que tenés 40casi4 - es ridículo que ese tipo no los consiga para una heladera de dulces 16 añitos, pero el del service te mira con cara de que le pediste que recite la tabla de Mendeleiev al revés y se va murmurando un lo lamento señora sabiendo que no le crees que lamente un cuerno porque igual se llevó 50 mangos de la visita técnica básica.

Te preguntas entonces cuanto cobrará un taxi-boy por un service completo y te acordas de ese día que casi te anotás en el Rojas para un curso de plomería y electricidad en el hogar porque se te había roto una llave de paso que te inundó desde el baño hasta el balcón y le pagaste al plomero una suma equivalente a las vacaciones familiares all included en Borneo y Sumatra pero se compensa con el día que en un ataque de Hágalo-Ud-Misma casi decapitás a aquel amorcete que te ayudó a cambiar la cinta de la cortina cuando el taparrollos le pasó rozando a 3 mm de la cabeza.

Terminás por convencerte de que ser mujer en un mundo donde todos los servicios técnicos son brindados por hombres merece una revisión y tu grano de arena para no sentirte tan sola y pelandruna es armarte un grupo de facebook donde se te amontonan las mismas 3 amigas que te siguen a todos lados como el fantasma del Diego al fútbol argentino por lo que te disponés a salir con el mentón en alto y la cartera al codo a enfrentar el masculino mundo de los vendedores de electrodomésticos: te vas a comprar una heladera nueva que la vas a pagar como si adentro estuviese Walt Disney bailando pole-dance en calzones fluo y puñitos de camisa.

Al menos esta vuelta no será como cuando te compraste el auto que te preguntaron si iba a ir tu marido a pagarlo y le pegaste un carterazo al vendedor al grito de ¿Es que acaso me ves cara de que este auto no puede ser todo mío? porque nadie cuestiona a una mujer que se va a comprar una heladera o algún otro electrodoméstico.

Aunque el paroxismo de tu mononeurona pendular se produjo cuando entraste al sexshop a comprar un dildo hermoso color rosa dior adornado con perlitas blancas que hasta te servía de linterna y depertador porque tenía un haz de luz en la punta y tocaba la marcha nupcial. Venías fenomeno haciendo uso del capítulo 2 del Manual de Autoayuda y Ejercicio de las Libertades Individuales del Ama de Casa Moderna hasta que tuviste que pegar el volantazo al escucharte decir es para regalar en una despedida de soltera.

En eso te llama Rita y desde el fondo de tu memoria emotiva Silvio Soldán salta al grito de ¡Tocá la campana! Sin siquiera investigar como fue tu semana te ahúlla que hoy te pasa a buscar para salir a tomar algo porque la de ella fue espantosa-para-olvidar. Con la sutileza y la elegancia de un arbolito de navidad en primavera, acusando que apenas tuvo tiempo de ducharse y acomodarse un poco la facha, a las 11 en punto rumbean para al Soul Café.

El black-out total se presentó cuando tu amiga te llevaba medio a la rastra sacándote el vaso de la mano evitando que te atores con la hoja de menta que rumiabas de costado. Lo último que tiene tu mente en claro fue el grito que le pegaste al barman: ¡Otro cuba libre que todavía me acuerdo de la heladera!


Jodete por boluda si pensaste que Rita no te iba a hacer el aguante. Por algo es lo que más dura a tu lado. Incluso más que aquella vieja heladera.

lunes, 15 de junio de 2009

Y de pronto... la nada



Entrás a la librería hecha una tromba y al dar vueltas entre los estantes lo ves ahí parado mirándote revolver los libros. Tomás aire, seria y con cara de estar al borde del tránsito lento, ves que los libros tienen un código interno totalmete incomprensible para el comprador y te sale la voz del Gallo Claudio al decir:

- Tenés los precios de éstos libros? - alcanzándole un par con un gesto descuidado.
- Si, ya te los doy - dice él mientras con una mano se acomoda la maraña de rulos rubios y con la otra se sube los lentes sin marco montados sobre una nariz perfecta.
- Gracias; odio ese código interno - apurás en diálogo. Como el orto pero lo apurás.
- Seguro, se te nota en la cara. Habrás pensado que acá somos todos unos antipáticos, pero en realidad lo hacemos para tener un tema de conversación con las clientas - agrega el buenmozote.

Lo mirás; el tipo logró que te relajaras y te pararas derecha. Le seguís el ritmo y emulando a Memento olvidás la profundidad de los diálogos socráticos y te hacés la simpática diciendo estupideces.

- Tenés razón, disculpame. Entonces vamos a alargar la charla. Traete un cafecito y dame todos los precios de ese estante.

Al menos lograste que él se detuviera en vos y esbozando una media sonrisa se le iluminó la cara. ¿Sabías que sos de esas personas que cuando se ríen brillan? Preferiste que ese pensamiento quedara entre vos y tu otro yo. Te dió los precios que le habías pedido pero te seguía faltando el elefante. Buscabas uno de preguntas para chicos que se titula Por qué esta trompudo el elefante.
- Necesito un elefante - dijiste convencida de que el paquidermo se escondía en el sótano de la librería.

Él te miró de reojo. Ceja derecha en alto, ojos celestes, bigotes poblados y rubios, dorados rulos prolijos le caían por todos lados, sonrisa amplia, dientes blancos (sumó bonus porque los tenía todos), manos de movimientos certeros; a la par de todo eso caminaste con el culito apretado y patijunta rumbo a la estantería de donde sacaron los primeros libros.

- Pará un cachito, yo tenía por acá un elefante - dijo él subiéndose a tu tren de la chanza pocoseso y ambos tan gaznápiros que no podían diferenciar quien era Carozo y quien Narizota.

- Por favor, no me puedo ir sin mi elefante, la vida no es lo mismo sin él - seguías diciendo estupideces por el estilo rogando no dar una imagen tan triste pero no podías parar.

Se agachó a revolver los libros que se apilaban en el piso. Remera naranja de cuello redondo, pantalón de gabardina beige ¿Alguna vez te dijeron que ese pantalón te hace un trasero hermoso y que la remera naranja resalta los ojos divinamente celestes que me miran a través de tus lentes sin marco como tratando de ver que es lo que piensa esta mina que quién carajos será, pero me hace revolver los libreros cuando yo ya casi estaba cerrando....? Otra vez tu otro yo llenándole el bocho a la comehombres de can can agujereadas y rimmel corrido que tenés encerrada en la cabeza.

Aparecido el elefante rumbean hacia la caja y el señor chilló que como no andaba el sistema tenía que hacer la factura a mano y que se yo que más.... ¿Vos haces todo a mano? Tenés unas manos divinas.... ¿Se moverán siempre así o sólo cuando escribís? En casa tengo un montón de lapicitos de colores y 3 resmas de papel. No podés para de pensar pero por suerte tenés esa cara de tarambana sin fecha de vencimiento que disimula lo que ocurre dentro de tu cabeza. ¡Pintameeeeeeeeee! Te grita Elvis Crespo.

- ¿Cómo envolvemos esto? ¿Son todos para regalo? - te preguntó mirándote sobre los lentes con un gesto que hizo que todos esos rulos se moviesen en cámara lenta.

¡Pero que pelaso! dijo la Kloosterboer y suena Luismi en tu cabeza ¡Es tu palpitar, es tu cara, es tu pelo, OHH OHÓH!

- Si, paquetitos separados - decís frunciendo la trompa con cara de estar tomando mate con chuker.
- ¿Cómo los vas a identificar? Son todos del mismo tamaño.
- ¿Tarjetas? - Astuta, sos de astuta....
- Podemos ponerle una etiqueta con el nombre de cada uno de los destinatarios - dijo él mientras envolvía prolijamente los libros demostrando que la astutez no es sólo cosa femenina.

¿Sabías que Papá Noel te tendría entre sus ayudantes envolviendo paquetitos? ¡Qué lindas manos, qué lindos ojos, qué lindo que sos! Pensás mientras hojeás disimuladamente - pero al revés - un libro de Savater.

Te miró por sobre los moños sonriendo otra vez y sentiste que te vino la cistitis de golpe. Hacía moñitos de cinta ribonette con la presición de un ingeniero de la NASA y vos no podías parar de mirarle las manos de dedos cuadrados y uñas cuidadas. Comenzaste a sospechar que se te iban a derretir las febo si no paraba de hacer moñitos y sonreirte.

Le preguntaste por otros autores, te llevaste más libros. Te gastaste como 500 mangos en libros que terminaste regalando para Navidad. Las cosas que provocaron esos ojos. ¡Y ese culo hermoso enfundado en un pantalón de gabardina beige! Te grita tu subconciente tan desubicado como travesti en misa.

Haciéndote la distraída - como cuando te zampás los mantecolitos con coca cola en la cola del supermercado - le das la tarjeta de crédito junto a la cédula del mercosur . Él mira los datos, completa los cupones, amablemente te los devuelve sin emitir una sola palabra más y de pronto sentiste que se hizo la nada.

Una vez más te jodiste por boluda porque donde debiera haber dicho que sos técnicamente soltera y esperando que use tus datos de la tarjeta de contacto para llamarte e invitarte a tomar una copa de vino y debatir sobre libros, la importancia del elefante en la vida moderna, concurrencia a un concurso de envoltura de paquetitos con moños de cinta ribonette a la vieja usanza y MBA sobre demoñologías aplicadas al romance, la influencia del corte del pantalón de gabardina beige sobre las señoras que le miran el culo a los vendedores o los anteojos sin marco en el impacto de un primer encuentro tu cédula sentenciaba Estado Civil: casada.

viernes, 5 de junio de 2009

Iron Man





Él era un hombre trabajador que en su cuasi-adultez había conseguido una mujer que le planchase las camisas como lo hizo toda la vida su mamá; hasta lo esperaba amable y sin reproches por las noches cuando llegaba a su casa después de lo que él denominaba un día de trabajo agotador. Un matrimonio sereno y apacible; ella le cocinaba pescado al horno 2 veces a la semana, puchero a la cacerola los miércoles y sexo tibio los sábados.

La misma vida hizo que te lo cruzaras esa tarde en el barcito del shopping cuando simularon una simpática discusión por la última tartellete de crema pastelera con frutillas. Rutina que repetieron todos los viernes hasta que un día doblaron para el otro lado y se metieron en un telo con las patitas trémulas y la cabeza explotada por la calentura de 4 semanas de mails, mensajes de texto, llamados y tartelletes de frutillas.

Cuando se te engancharon las medibachas de pura seda en el clavo sobresaliente de la silla no chillaste tanto como el día en que te diste cuenta de que te habías enganchado como delantal al picaporte con ese señor que lucía una alianza en su anular izquierdo.

Lo recibías con una sonrisa y en babydoll todos los viernes a las 2 AM después de que él dejase a la esposa jugando al burako en la casa del country con las amigas y se iba para allá los sábados las 11 de la mañana porque lo esperaban para hacer el asado, dejándote hecha un bollo y con ganas de compartir un desayuno decente o una cena en un lugar que no sea tu cama y mirando la última de Terminator.

No se te movió un pelo del flequillo - aunque estás segura que el primer síntoma de gastritis lo tuviste ese día - cuando te vino a contar que iba a tener un hijo pero si era una nena le iba a poner tu nombre. Quiso decírtelo a vos primero porque a vos te podía contar todo, con vos era auténtico y sólo vos conocías a su YO mas íntimo.

Siempre fuiste tan colaboradora; cuando le sonaba el celu y te hacía ¡SSSHHHH! vos automáticamente enmudecías y te tomabas el café a las apuradas porque lo llamaba la esposa avisándole que había sacado entradas para ir a ver la misma peli que querías ver vos ¡Justito la misma peli! ¿Qué loco no? La veías por las tuyas y después la comentaban entre los mails que se enviaban. No era tan buena como habían dicho, mencionando que a él tampoco le gustó mucho y a la esposa menos.

Aquel momento en que le confesaste que te encantaría dormir abrazada a él mientras escuchabas la lluvia pegar contra el techo de chapa... No podes olvidar que te cumplió tu deseo cual Genio en la Botella. Esa siesta en un telo berreta con la lluvia pegando contra el aire acondicionado que no funcionaba mientras él - chocándose los muebles en bolas y a los gritos cual Tarzán urbanizado - hablaba por celular; esa habitación en penumbras está entre tus recuerdos más emotivos y hasta te sigue dando hipo cuando lo hablás en terapia.

O cuando te escapabas de la oficina y recorrías casi la capital completa arriba del 67 rumbo a La Redonda de Belgrano para tomar el té con torta de ricota jugando a ser una pareja normalita, pero él se colgaba con el servicio técnico del celular y vos te dormías mirando la hora que él decía se pasaba tan pero tan rápido cuando estaban cerquita, que el miércoles que viene seguro iban a poder estar juntos un ratito más.

Eso sí: el tipo te cuidaba. Cuando te dejaba en la parada del bondi porque él iba para el otro lado te acomodaba la bufanda para que no tomes frío en las heladas tardecitas de julio en Buenos aires. Vos suspirabas AHH!! que lindo compartir otra tarde con movicom... digo con el Bichi! Todavía guardás de recuerdo los blisters de tabcin antigripal que comprabas casi al por mayor en plena temporada invernal en la farmacia de la esquina de La Redonda de Belgrano.

Circunstancias totalmente imborrables de tu memoria y sonriendo asumís que ni con elevadas dosis de alprazolam te olvidarías de todo lo vivido junto a ese hombre.

Te jodiste por boluda 6 meses después de la primer tartellete cuando pensaste que él iba a resignar las camisas bien planchadas porque estacionado en doble fila en la puerta de tu casa te dijo que eras la mujer de su vida mientras cancheramente te tocaba el culo al bajarte del auto.

domingo, 31 de mayo de 2009

Pop Corn o pororó

Tontita... la jodiste, pensabas que el mundo era una canción de Doménico Modugno. Que los perros no tenían pulgas ni él palomas en su boxer. Que la vida era una eterna propaganda de Dolca con vos espléndida a las seis de la mañana sirviendo suculentos desayunos.

Si serás pelandruna... Los Ingalls eran felices porque ella no tenía una Cosmopolitan a mano. De ser ese el caso lo hubiera sacado cagando a Charles cuando le venía transpirado todas las tardes y le hubiera metido el árado dónde no brilla el sol luego de amotinarse pidiéndo una batidora eléctrica y una caja de pastas anticonceptivas.

Si serás gaznápira... El único que se tragaba eso de que Doris Day llegaba a New York un martes y el viernes ya estaba instalada en un amplio departamento con vista la Quinta Avenida y seguía siendo virgen era Rock Hudson; y ya sabemos que no era lo único que ese tipo se tragaba.

Mamerta mía... Bo Derek se operó y quedó perfecta, hubieras mirado a Amira Yoma antes de entregarte a ese cirujano plástico. Si lo único que tenés parecido a Bo es ese enano que te mira football de primera todos los domingos.

Vení pavota, vení relajate, el mundo no es lo que te creíste, que el Gorr no es Cary Grant y vos no sos Deborah Kerr. Que no es el Empire State... Ya te dije mil veces que vivís en Barracas.


Entendé de una vez o Jodete por boluda.

viernes, 22 de mayo de 2009

Parirás con dolor


Nueve meses en el mejor de los casos, nueve meses caminando con su panza a cuestas. Todo el tiempo tratando de encontrarle el gusto a ese mito femenino.
Ahora lo tiene ahí en sus brazos y en su cabeza resuenan viejas canciones.
- Cuida bien al niño...nunca lo reprimas...
- Tendremos un gato en el jardín, tendremos un hijo si quiere venir..
Y vino, porque así lo quisieron, y el vástago trajo hermosas mañanas con aroma a óleo cálcareo.

Ella aprendió lo que es el shantala, llenará la casa con sonidos de ballenas y pajaritos. Aunque a juzgar por como se ha transformado su cuerpo, se podría decir que la casa es una sucursal de Mundo Marino.
Pero ella siguió adelante en su gesta materna y convertiría a ese pequeño ser humano en un ser valioso conectado a su espíritu.

Y pasarán los días, los años, hasta que un domingo le preguntará...
- ¿Dónde vas, a que hora llegas... ?
Y el fruto de su vientre responderá...
- Al Abasto a conocer a Cumbio.


Ella lo mirará mientras se come las cuatro cajas de Nag Champa que le quedan y se joderá por boluda.

 
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