No es que se me haya dado por seguir a Bernardo Stamateas, tampoco entré en ninguna secta que me exija un altar pagano entre los cáctus, o la compra de velas negras para quemar los viernes. No es que haya visto la luz, porque me resisto a ver cosas subsidiadas por la yegua. Tampoco viene a cuento, la pre menopausia, o el paso de los años, o el precio del kilo del lomo.
Esto es más profundo mis queridas, queridos, viene desde mis entrañas y mis cervicales hechas pomadas de tanto aguantar y aguantar, como si fuera un fuelle de camión de hacienda. Que mi alma no es un amortiguador, ni vivo para soportar tanto comentario, y que mi tiempo no es infinito.
Por esta razón en este sencillo y público acto, (a ver el abanderado si se queda quietito y se deja joder con el mástil) paso a enumerarles las razones por las cuales he dejado de aparecer por los lugares que solía frecuentar (no tontito, a vos no te lo digo, ya voy a ir a la peluquería algún día, tené paciencia).
El sillón ese al cual están encaramados, sacando el dedo y juzgando a todo el mundo, lo pueden ir prendiendo fuego, o al menos cortarles las patas.
Si vuelvo a escuchar que ante el comentario de algún amigo en común compartiendo con nosotros algún proyecto laboral, ustedes vuelven a poner en práctica esa vieja costumbre de tirar excrementos en presente, pasado continuo y futuro imperfecto, les voy a poner corcho en el agua del mate. Soy capaz.
MI tiempo es mi tiempo, no el de ustedes, así que nada de andar pidiéndome cosas extrañas, del tipo:
¿Vas a Tilcara? Traeme una piedra rosadita…
Déjense de joder, que no voy a perder la mitad de la estadía buscando la dichosa piedra. Esto cuenta también para viajes iniciados en el Pistarini.
La oficina de reclamos cerró, hasta para la Afip las cosas prescriben, no me vengan a romper los kinotos con esas historias viejas que solo recuerdan ustedes mientras yo me pregunto si eso realmente ocurrió. Si no las invité a mi fiesta de quince fue por algo, ¡carajo mierda!
La que suscribe tiene nombre, un nombre con historia familiar que yo me he encargado de desmitificar como se debe, pero nombre al fin que no se suplanta por boluda, pelotuda, babieca o afines.
Mi callo es mi callo, si me duele cosa mía, pero el de ustedes también. No pretendan que yo ponga cara de mosca muerta cuando ustedes ante terceros relatan historias fantásticas de su matrimonio para no quedar como unas gansas, si yo se que sé pero me callo de puro buena. Ahórrenme al menos ese mal rato.
Yo no tengo la culpa si no hay vacas, si ahora está todo caro, si la vieja loca del edificio de la esquina te grito: ladrón de guante blanco al comprar medio de picada. Por lo tanto no tengo que tolerar la perorata cada vez que se me ocurre comer un vacío al horno.
Jódanse por boludos sino me entienden la poesía.
miércoles, 21 de abril de 2010
Carta a mis ex conocidos, amigos y al carnicero
domingo, 11 de abril de 2010
El turno de ellos
Fue el primer hombre que te llevó a pasear en auto, un autito rojo con el que gastaban veredas en el barrio. Él te tocaba el timbre y ante la sonrisa risueña de tu papá, solicitaba permiso para sacarte a dar la famosa vuelta de manzana. El tenía cinco, vos tres y no dudaste en mostrarle tu bombacha de encaje cuando te lo pidió, prometiéndote el autito como premio.
Con los años se veían y ya no había autito rojo, pero se seguían saludando y te gustaba ir a ver a su casa lo que le traían sus padres cuando viajaban y reírse de alguna pavada juntos. Era rubio, con una sonrisa que desarmaba almas y una risa contagiosa.
En los ochenta te divertía ver sus peinados, y los dos andaban midiéndose los cortes Llongueras que llevaban. Se fueron acercando, compartían muchas cosas, tardes de pasear a los cockers por el parque, fumar algo de hachís al sol hablando de Jackson Pollack o Dalí. El estudiaba Arte y de vez en cuando posabas para él, otras veces se subían a su auto y a fuerza de hierba llegaban hasta Cemento para escuchar alguna banda. Todavía recordas esos viajes por autopista con los Talking Heads de fondo. Los dos eran los más raros del barrio, las promesas fallidas.
Cuando todo parecía que iba a desembarcar en romance, una noche te contó que había sido padre hace poco, que no sabía qué hacer ni cómo. Por esas vueltas de la vida, la madre era una amiga de tus veranos y eso significo una vuelta de página y el límite fijado en una linda amistad y nada más. Lo acompañabas a comprar ropa para su bebe, lo viste con los años, llevar a su hija a Disney o a alguna playa uruguaya, y te alegrabas que finalmente hubiera tomado el toro por las astas y se hubiera hecho cargo.
Pasaron los años, él cambió Floresta por Palermo y dejaste de verlo, solo te llegaban noticias esporádicas, que estaba sin pareja, que trabajaba mucho como creativo, que le iba bien, que había ido a Rusia, pero no mucho mas. Vos seguiste con tu vida, hasta que doce años después por esos equívocos de la vida, tocaste mal un timbre en un edificio de oficinas y te atendió él, lo notaste demacrado mas allá de la sorpresa. Como en una película de Almodóvar, se sentaron frente a frente, recordaron el auto rojo, y le preguntaste por su hija.
Ahí no pudo más y te contó que había resultado que no era el padre, que lo habían engañado, que hacia un año que no la veía, no podía encontrarla por ningún lado, la estaba buscando en el sur porque algún dato había conseguido. Insistía en que era su hija, él la había criado. No le importaba que un maldito examen dijera que ahora no era suya. Te fuiste triste, le diste un abrazo y puteaste a lo loco todo el camino de regreso a tu casa.
Una tarde, te pareció verlo con una bebe en brazos, y le preguntaste a alguien por él, ahí te contaron que se había casado, que vivía en zona norte y que ahí se había instalado con su mujer y sus hijas, con las dos… La había encontrado, y ahora vivía con él. En ese momento te sonreíste disfrutando de esas raras ocasiones donde el cosmos parece estar en orden.
Jodete por boludo si no perseverás y luchás por lo que consideras tuyo mas allá de cuestiones cromosomáticas.
jueves, 1 de abril de 2010
Asunto? Qué asunto?
Digamos que llegué a casa.. digamos que viajé bien... digamos que me tuvo que despertar el chofer del bondi en Retiro porque dormìa como bicho bolita envuelta en la frazadita azul y el nonito de corazòn.
Y si... y lo extraño... desde que me agarróno me soltó... ud se dió cuenta de eso? De-que-no-me-nos-lo-soltó-soltamos-solté!?
Y cuando me comí el caramelo cofler recordé su-mi-nuestra boca llena de besos, y un asado ya no es un asado, y un bicho bolita es mucho más que eso, es un gusano cocinero dormido en una silla, y una caricia es una mutación en suspiros, y su ojo derecho que me mira "así" es mucho màs que una esferita blanca con una almendra acaramelada que me contempla bonito; y una Pascua ya no es sólo un huevito de chocolate envuelto en papel dorado, y la teoría del color se redefine al recordar el contraste de colores de su mano en mi pierna a la luz de la luna evocando el maizal a plena carcajada.
Tal vez de ahora en más al escuchar ese nombre me sonría y se me escape algun color de arco iris y comente como al pasar... "aquel lugar maravilloso donde la fruta está madura en Semana Santa, los duraznos tiene otro gusto, en el maizal se escucha en cantar de las ranas y a los arco iris se les completan los colores"
Ud me habla de palabras redefinidas? Ud me neologenizó a mi.. ud me redescubrió, ud hizo que me pusiera a pensar que a veces.. sòlo a veces... nos jodemos por boludas al no tener en cuenta que las manos que nos acarician el alma no entienden de distancias, que la vida da muchas vueltas, que las personas sin saberlo pueden tocar la vida de otro ser y haciendo un pase mágico hasta la rana mas boba se convierte en mujer.