viernes, 30 de julio de 2010
Instrucciones para escribir una carta de amor
No le amo, en absoluto; por el contrario, le detesto, usted es una sin importancia, desgarbada, tonta Cenicienta. Usted nunca me escribe; usted no ama a su propio marido; usted sabe qué placeres sus las letras le dan, pero ¡aún así usted no le ha escrito seis líneas, informales, a las corridas!
¿Qué usted hace todo el dia, señora? ¿Cuál es el asunto tan importante que no le deja tiempo para escribir a su amante devoto? ¿Qué afecto sofoca y pone a un lado el amor, el amor tierno y constante amor que usted le prometió? ¿De qué clase maravillosa puede ser, que nuevo amante reina sobre sus días, y evita darle cualquier atención a su marido? ¡Josephine, tenga cuidado! Una placentera noche, las puertas se abrirán de par en par y allí estaré.
De hecho, estoy muy preocupado, mi amor, por no recibir ninguna noticia de usted; escríbame rápidamente sus páginas, paginas llenas de cosas agradables que llenarán mi corazón de las sensaciones más placenteras.
Espero dentro de poco tiempo estrujarla entre mis brazos y cubrirla con un millón de besos debajo del ecuador.
Napoleón Bonaparte
¿Leyó bien? ¿No se murió un cachito de envidia? ¿Se imagina a Josefina, toda ruborosa, leyendo todo eso de los besos y la línea de flotación? ¿Ha visto que bonito que escribía el petiso loco?
Bueno. Haga mi querida, haga. O a este paso la agarra el ocaso y usted con el sombrero aún en el perchero y el pescado sin vender.
Péguese una ducha así cambia el humor espantoso que debe tener después de un día de laburo y a las corridas, con el telefonino colgando del cogote emulando a una vaca con cencerro.
Envuélvase en una bata rosa nueva, enrósquese un turbante en el marote así evita que le chorreen las mechas.
Frótese con fuerza, energía y pasión. Tal vez debería decir séquese; la palabra frotar la puede entretener más de lo previsto y corre el riesgo de perder la inspiración en el camino.
Cálcese un culotte con algunas plumitas de adorno, esa que le hace tanta cosquilla en las rodillas como para hacer reir a un mamut.
Obsérvese frente al espejo con las plumas como absoluta y única vestimenta. ¡NO, así no! Mírese con amor, picardía, un poco de piedad y deje de lado el critisismo estético que es mal consejero. O sea, míresé (con dos tildes) tal cual lo haría un obrero constructor de nacionalidad paraguaya.
Siéntese al escritorio con una pluma fuente (no ESA pluma y saque la mano de ahí que va a romper todo el calzón) y un papel de seda entre sus manos. ¡NO, no se vista! Si hace frío se jode mi querida.
Lea repetidamente la carta que Napoleón en estado de cachondez absoluta le escribió a su amada Josefina. ¡Un master total! ¡Un winner! Ya no quedan más estrategas del amor. Pucha digo...
Escriba las palabras más apasionadas que se le ocurran pero sin ser soez ni vulgar. Recuerde el ecuador de Napoleón; si le gustan los zoquetitos de encaje puede besar primero la Base Marambio.
Doble cortesmente el papel e introdúzcalo dentro del sobre previamente perfumado, el que obviamente tiene que ser Vía Aérea. ¡Eso es un sobre! Evite el reciclado de algún poco romántico sobrante con logo empresarial.
Póngase unas botas con taco stiletto y un saco largo arriba del upite emplumado. ¡No se vista le dije! Sí. calzón de plumas, sobretodo y botas. ¡NO, no piense y ejecute!
Diríjase a la estafeta postal más cercana pudiendo estar la misma un poco alejada si tiene alma de exhibicionista subliminal. Camine con paso seguro y los hombros hacia atrás aunque de vez en cuando mire donde pisa; le recuerdo que las baldosas flojas le vienen ganando por 3 a 0 a los tacos finitos.
Compre una estampilla, tómela con la punta de los dedos, saque la lengua bien grande, chúpela delicadamente, sin escrúpulos ni miramientos y sonría.
Introdúzca el sobre vía aérea perfumado en el buzón ayudándose con un seco golpecito con la punta de los dedos.
Gire enérgica y decididamente.
Sonría pícara y cómplice (sólo por si la están filmando, ni por las tapas piense que va a aparecer su hombre ideal).
Ahora se me va a leer La Guerra y La Paz en la bañadera y así, húmedamente arrugada, aguarda la lleguada del cartero; porque no ser que se la mande a ud misma se joderá por boluda si espera que algun hombre hoy en día tenga la dedicación, el tiempo, amor, pasión, suspiros y evocación necesarios como para sentarse a escribirnos - cagado de frío y en calzones - una puta carta de amor manuscrita en papel de seda y la remita envasada en un sobre vía aérea perfumado.
martes, 20 de julio de 2010
Breve dos veces
Hace como 3 meses que venían de viri viri, llamadetes, risitas. Cada vez que sonaba el teléfono o veias un mail con su nombre en tu bandeja de entrada (que no era otra cosa que un espantoso pps lleno de pajaritos que de buena gana hubieras hervido en fellinesco puchero) ponías esa cara de momia resucitada que te caracteriza.
Recordarás durante toda tu vida, sobre todo en sesiones de terapia, aquella tardecita soleada de marzo cuando te invitó a tomar un cafecito en uno de esos barcitos fashion de palermito.
De pronto Miguel Bosé comenzó a cantar con ese tono cachondo que te hizo bajar la mirada. Él se recostó en la silla con cara de melómano constipado, se cruzó las piernas en pose de macho recio dejando asomar unas 3/4 de toalla color azul profundo por sobre el borde de sus rarìsimos zapatitos, puso sus manos en la nuca y dijo con total desparpajo: "Cuchá cuchá!! Los Supertramp eran geniales!!"
Jodete por boluda si no sabés salir corriendo cuando tus instintos así lo marcan.
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