Contadora full time la “Ñata” de lunes a viernes aún con tiempo saturado de inclemencias. Fea como pocas, lo que se dice fea con ganas.
La conocí en la peluquería mientras trataba de dominar su nido de caranchos, Ñata dixit. Pasados los cuarenta su soltería era ya un destino manifiesto.
Salió la Ñata un sábado con un Señor, primo del amigo del vecino de vaya a saber quién. Salida uno, salida dos, salida tres. La Ñata sorprendida y feliz hasta que el Señor desaparece.
-Era de esperarse, se dijo mientras revoleaba declaraciones juradas y talonarios de facturas.
Pasado un mes, notó la Ñata ausencia de regla, que van a decir las tías mi padre mi hermano, y llora que te llora Urutaú… Tripas corazón y a seguir adelante sola con ese embarazo, que parece en esos momentos un Quini con pozo millonario. Llamar y avisar al señor le pareció un pelotazo, y a ella el futbol le parecía un deporte deplorable.
Cinco meses más tarde, un sábado sonó un timbre en Villa Devoto. La Ñata en pantuflas fue hacia la puerta. Parado ahí el Señor que articuló un:
- Hola, con los ojos como platos. Para agregar mirando su panza:
- ¿De cuánto estás?
- De cinco meses, contestó la Ñata imperturbable, porque a una mujer acostumbrada a lidiar con agentes de impositiva suelen sobrarle cojones.
- ¿Es mío? Preguntó él con cara de Rainman.
- Sí.
Se dio vuelta el Señor sin decir esta boca es mía y subió a su auto para volver a desaparecer. Ñata se quedó pensando, en la loca vida que es ésta y andá a cagar Señor me ne fre ga, en que Tupper deje el budín de la abuela Tita.
Domingo a la mañana, timbre, fue la Ñata de rigurosa pantufla a la puerta. Visión dantesca. Señor cargado de bolsas, abarajando flores, futuro y esperanzas.
- ¿Cómo no me llamaste? ¿Puedo pasar? Compre unas cosas para el bebé, que mirá que linda estas con el embarazo. Un pelotudo soy, ya sé, me dio miedo, pero… ¿Cómo no me llamaste para avisarme? Mirá que sos terca…
La Ñata lo sopesó con la mirada, lo invitó a pasar, acomodó las bolsas en el sillón y a él en el banquillo.
Nació el crío, el Señor seguía ahí inmutable, esperando el veredicto. Que la Ñata aceptara su cepillo en el baño y su presencia diaria. La Ñata no aflojaba a pesar de las presiones familiares, decía a quién quisiera oírla:
- Este hombre se diluye en cualquier momento.
Siguieron pasando los días porque al tiempo le importa un cuerno las ansias humanas.
Cumpleaños del crío, que ya caminaba y había dejado los pañales. Ñata se acerca al Señor y haciendose la otaria le dice:
- No te preparo torta para llevar, mañana te la doy de desayuno cuándo nos despertemos.
Jodete por boluda si en algún momento la esperanza se te escapa.