Nada. No GENERA NADA pero cada vez que te pone un beso se le escapa un te voy a garchar tanto.
El sabado lo llamaste, cortó porque no se qué.
No ¿Por qué?
Cuánto tiempo había pasado desde aquel primer beso, desde esa tarde de pasión contenida sobre el sillón? Un mes? Dos....?? No más de eso.
Ella lo abrazó y buscó ávida su boca, él tomó entre las suyas las manos que rodeaban su espalda y las besó para luego - con una amplia sonrisa - convidarle un mate.
Planchaba ella en la cocina mientras él charlaba amigablemente caminando a pie juntillas como flotando suavemente.
La remera negra no se lleva bien con la toalla blanca en el lavarropas. Sentenció él.
A los 3 días le regaló un sacapelusa que - con cara de estar dando cátedra de fìsica cuántica - le enseñó a utilizar a conciencia y con responsabilidad.
A la luz de los hechos y en homenaje Al Caído el cepillo descansa en el cajón de la mesita de luz.
Si pensaste que ese hombre tan atento, galante, suave y de buenos modos era 100% macho argento entonces jodete por boluda.
Durante un año completo él la llamó con mil excusas y ella nunca lo podía atender. Acusaba que necesitaba contactarse por trabajo pero andaba siempre a las corridas y cada vez que el celular le sonaba en el momento menos oportuno ella intuía que Ricardo estaba del otro lado.
Un día le pidió por favor que le enviara un mail en vez de llamarla, razonando que así iba a poder patear la pelota para adelante y de paso despersonalizar la relación que prefería manejar como hacía con lo meramente laboral.
Después de todo para algo se había inventado el correo electrónico: agilizar y optimizar el trabajo sin interrumpir y dedicándole el tiempo adecuado en cualquiero momento/lugar, era uno de esas ventajas.
Al día siguiente al chequear su bandeja de entrada se encontró con un mail de Ricardo que decía:
Sra:
Necesito un presupuesto, si tenes ganas y no estas atareada pasame los precios; siempre y cuando el perro no ladre por comida, o por cagar, estés de buen humor y/o hayas pagado la deuda de patente.
Como vera usted, lejos está de mi importunarla, si?
Gracias mil.-
El negro.
No pudo contener la carcajada y sabiéndose en deuda le respondió de acuerdo a lo requerido pidiendo las disculpas del caso, demostrando buen humor y sobre todo tratando de recuperar un negocio que ya consideraba perdido.
Mantuvo un intercambio epistolar por esa vía, también habían recuperado el contacto telefónico y charlaban durante largo tiempo en cada encuentro. Es obvio que todo terminó en un romance; lo que no es obvio es que duró solamente cerca de un mes debido a los celos excesivos del hombre posesivo, inseguro, controlador, manipulador y machista que asomó al poco tiempo.
Un sólo y único mes, un frío mes de julio. Él acusó depresión y un estado de ánimo al borde del colapso debido a la finalización de la relación y le dijo cosas como que soñaba con envejecer juntos, la llamaba por teléfono a repetición, le manda mensajes de texto al celular diciéndole que extraña su risa y su abrazo despatarrado al dormir anudados.
Ella con toda la paciencia del mundo trata de explicarle que las diferencias de ires y venires son abismales; todo regado con culpa - no olvidemos la culpa - y el hacerse cargo de las emociones ajenas, el pensar que los sentimientos que el otro nos profesa son nuestra responsabilidad al dar por finalizada de manera adulta una relación que también puede ser tildada de madura. Luego de otro largo mes de explicaciones Ricardo logró comprender que las cosas no avanzarían en el sentido que él quería y aflojó con los llamados.
Llega fin de año. Ella envía los mails de salutación de rigor a sus contactos de trabajo y amistadas varias. Recibe respuestas con buenos augurios y su vida transcurre sin sobrelsaltos.
Al tiempo ya haciendo un poco de orden entre sus correos electrónicos encuentra en el fondo de la bandeja de entrada la respuesta de Ricardo que hasta ese momento, y Dios sabe por qué motivo, no había visto.
Espero que Dios también ilumine tu hogar, y llene de dicha y felicidad a los tuyos. No se realmente quien sos, pero te agradezco tu buena onda.-
De golpe recordó el fin de semana en que decidieron ir a bailar y él le dijo que la iba a llevar a un lugar muy especial donde iba a conocer su espíritu.
Así fue como apareció en la otra punta del mapa sintiéndose más desubicada que travesti en desfile militar y dándose cuenta en ese preciso momento de que no sabía si este hombre la estaba raptando o llevándola a conocer tierras lejanas de un mundo distante al que jamás volverá.
En sus retinas todavía brillaban los pixeles del cierre del mail:
Yo soy Ricardo, Cuándo nos conocemos o vamos a tomar un café?
Sólo resta decir: JODETE POR BOLUDA!!